La iglesia Penitencial de las Angustias de Valladolid

La iglesia de las Angustias de Valladolid, bajo la advocación de la Anunciación, es propiedad de la Ilustre Cofradía Penitencial de Nuestra Señora de las Angustias.

Iglesia de las Angustias de Valladolid

No se sabe la fecha exacta de fundación de la cofradía, una de las cinco Penitenciales históricas de la ciudad, junto con las de la Santa Vera-cruz, la Pasión, Jesús Nazareno y la Piedad, pero sí que es de las más antiguas, quizá ya constituida a fines del siglo XV, en tiempos de Isabel la Católica, aunque el primer documento conservado sea una Bula de privilegios de Paulo III en 1536 a los cofrades por la práctica de obras de caridad y penitencia.

También está documentado que las primeras Reglas, cuando queda constituida como "Cofradía de Nuestra Señora de la Quinta Angustia y Angustias y Soledad de Nuestra Señora de los Desamparados", fueron aprobadas en 1569 por el abad de Valladolid como delegado de la diócesis de Palencia, de la que en ese momento dependía la ciudad, sin diócesis independiente hasta fines del siglo XVI.

Su primera sede fue un pequeño hospital, en el que los cofrades ejercían su obligación de caridad y asistencia social, y un oratorio, ambos situados en el entorno de “las cuatro calles”, lo que hoy se corresponde con las calles Torrecilla, Rondilla de Santa Teresa, Gondomar y Santa Clara.

Desde su fundación contó con una importante relación con los poderosos dominicos de San Pablo, en cuyo templo tenían lugar sus celebraciones litúrgicas y desde donde partía la Procesión de Regla de Nuestra Señora de las Angustias en Semana Santa y la de la Virgen de la Alegría.

Además, cuando a fines del siglo XVI el oratorio amenazó ruina y hubo necesidad de construir un nuevo templo, la cofradía no tuvo problema alguno en encontrar patrocinio, con una sustanciosa donación de sesenta mil ducados de oro del mercader don Martín Sánchez de Arazamendi y su esposa, doña Luisa de Rivera, para que se levantara una nueva iglesia, estableciendo también un patronato para garantizar el cumplimiento de los cultos durante doscientos años con la condición de recibir enterramiento en una sepultura sencilla y que en la capilla mayor no pudieran realizarse inhumaciones ajenas a la familia de los patronos.

Fachada de la iglesia de las Angustias

El enclave elegido fue la plazuela del Almirante, justo enfrente del palacio del Almirante de Castilla, donde hoy se levanta el Teatro Calderón. El proyecto incluyó iglesia y espacios necesarios anejos, con sacristía, salón del Cabildo y sala de Pasos.

Detalle del plano de Ventura Seco de 1738 con la Plaza del Almirante, 
con el palacio a la izquierda y las Angustias a la derecha (1)

Aunque no se sabe fehacientemente quién fue el arquitecto, las trazas para la fachada se deben a Juan de Nates y la ejecución corrió a cargo de Gaspar de Vallejo, Martín de Uriarte, Juan de la Celaya, Juan de Rozadilla, Hernando de Munar, Juan de la Muela y Juan del Valle. Las obras dieron comienzo en 1597 y en 1604 la iglesia ya estaba terminada, con la incorporación de las esculturas de la fachada en 1606, un templo que se convierte en modelo de iglesia penitencial en el contexto del clasicismo vallisoletano.

La pujanza de la cofradía fue en aumento gracias a sus relaciones con la Real Chancillería, con muchos funcionarios reales entre sus cofrades, además de pudientes mercaderes de la ciudad y del importante gremio de entalladores, agrupado en la Corporación y Cofradía del Patriarca San José, con sede en una de sus capillas laterales.

La fachada occidental, que denota influencias escurialenses, seguramente a través de las trazas dadas por Herrera para la Catedral de Valladolid, en ese momento en construcción, presenta dos cuerpos de tres calles, con obra escultórica de Francisco del Rincón.

Fachada de las Angustias

El cuerpo bajo se organiza como arco de triunfo mediante arco de medio punto central que da paso a la iglesia, con una Piedad o Quinta Angustia en el tímpano, y dos calles laterales entre columnas corintias con nichos con las esculturas de los santos Pedro y Pablo. A continuación, y tras un entablamento, se sucede el segundo cuerpo, con ventana adintelada central, de nuevo calles laterales entre columnas, ahora de orden compuesto, con nichos con una Anunciación. El conjunto se remata con frontón con la heráldica de los patronos.

Esculturas de los santos Pedro y Pablo en los laterales del cuerpo bajo de la fachada

La Piedad del tímpano

Cuerpo superior y frontón de la fachada

Esculturas de la Anunciación en el cuerpo alto

Adosada al lado del Evangelio está la sala de Pasos, con entrada independiente lateral compuesta de cuerpo bajo en forma de arco de medio punto lo suficientemente holgado como para que pasaran los pasos flanqueado por columnas corintias y balcón superior reservado a las autoridades de la cofradía.

Fachada occidental de la sala de Pasos, adosada al lado del Evangelio de la iglesia

Portada de la sala de Pasos en el lateral de Evangelio (2)

El interior de la iglesia es de nave única de dos tramos, coro alto a los pies, capillas laterales entre contrafuertes, tribuna sobre las capillas, cubierta de bóveda de cañón con lunetos decorada con yeserías geométricas que apoya sobre pilares corintios y gran crucero de planta cuadrada cubierto con cúpula sobre pechinas y linterna y que abre a otras dos capillas laterales.

Plano de las Angustias (3). Las indicaciones son mías

El crucero desde el sotocoro

La inscripción en el friso que recorre el interior del templo deja constancia del patronato:

EN REVERENCIA DE DIOS Y DE LA BENDITA MADRE LA VIRGEN NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD Y SUS ANGUSTIAS, HICIERON MARTÍN SANCHEZ DE ARANZAMENDI Y D. LUISA DE RIVERA, SU MUGER, ESTA IGLESIA; Y TOMARON EL PATRONAZGO DE ELLA CON LA CAPILLA MAYOR PARA ELLOS Y SUS HEREDEROS Y SUCESORES. ACABOSE EL AÑO DE MIL SEISCIENTOS CUATRO

Bóveda de cañón de la nave desde el crucero

Cúpula del crucero

Ausente de presbiterio, el retablo mayor se ubica en el testero frontal del crucero. Cuenta con banco, cuerpo central y ático, con tallas de Francisco del Rincón, policromía del pintor Tomás de Prado y estructura del ensamblador Cristóbal Velázquez, suegro del escultor.

El retablo mayor desde la nave de la iglesia

En el centro del banco aparece el sagrario, flanqueado por los relieves de los cuatro Evangelistas. El cuerpo central, dividido en una calle central y dos entrecalles laterales mediante columnas corintias, está presidido por un relieve con la escena de la Anunciación, advocación del templo, coronada por Dios Padre con los brazos extendidos. A ambos lados se ubican sendas esculturas de los santos Agustín y Lorenzo y en el ático aparece una Piedad.

Banco y cuerpo central del retablo mayor

Detalle del relieve de la Anunciación

Ático con la Piedad

La iconografía está en consonancia con la época de la contrarreforma, conformándose como exposición de la Redención de Cristo pero destacando el importante papel de la Virgen como intercesora.

El retablo está encastrado en un arco de triunfo con pintura mural que representa a tres Virtudes Teologales a las que se les une, por cuestiones de equilibrio compositivo, una de las Cardinales. Así, en el lado del Evangelio se representan la Esperanza dentro de una hornacina avenerada fingida y la Fe en la enjuta, que se corresponden en la Epístola con la Prudencia y la Caridad, respectivamente.

Pinturas murales del altar mayor

Son figuras que siguen el modelo del manierismo italiano contrarreformista, obras documentadas de Tomás de Prado, que estaban ocultas bajo una gruesa capa de mortero, quizá desde las reformas del templo en el siglo XVIII, hasta su redescubrimiento a fines del siglo XX, recuperadas en una reciente restauración.

El altar mayor a comienzos del siglo XX, con las pinturas ocultas 
bajo una capa de mortero (4)

El altar mayor durante el proceso de restauración de las pinturas laterales (5)

Para responder a las disposiciones de los patronos, bajo el transepto se localiza una sencilla cripta de planta rectangular y cubierta abovedada rebajada, recorrida por un basamento de piedra que serviría para apoyar a los difuntos amortajados. El acceso original estaba en una puerta a la derecha del altar pero en la actualidad se realiza por una trampilla en el centro del transepto.

Superposición de la planta de la iglesia sobre la cripta (6)

Cripta bajo el crucero (6)

En cuanto a los espacios abiertos en el crucero, el del Evangelio es la capilla del Santo Entierro, de planta cuadrada y con un Crucificado y las tallas de la Virgen de la Soledad y San Judas Tadeo.

Capilla del Santo Entierro con las tallas de un Crucificado y la Virgen de la Soledad

Detalle del Crucificado y la Virgen de la Soledad en la capilla del Santo Entierro

En origen esta capilla estuvo dedicada a la Piedad, concebida para alojar el impresionante grupo conocido como Descendimiento, una obra encargada por la cofradía a Gregorio Fernández en la década de 1610 que constaba de seis tallas, con María con su Hijo muerto en el regazo, los dos ladrones crucificados y María Magdalena y San Juan Evangelista.

Grupo del Descendimiento. Fotografía publicada en 
Semana Santa Valladolid 1924: única guía oficial (7)

El grupo completo dejó de procesionar a partir de la crisis de las hermandades penitenciales a fines del siglo XVIII. Además, en 1842 la Piedad fue trasladada al Museo de Valladolid, antecedente del Museo Nacional de Escultura, y aunque en 1923 volvió a procesionar, pronto dejó de hacerlo por el mal estado en el que se encontraban las tallas. En la actualidad sólo permanecen en la iglesia, aunque en la capilla de enfrente, la Magdalena y el Evangelista, y los ladrones también están en el Museo Nacional de Escultura, expuestos junto a la Piedad.

La Piedad con los dos ladrones en el Museo Nacional de Escultura

Es una escena que no se ajusta exactamente al pasaje del Descendimiento, siendo más bien una Piedad que añade figuras para realzar el dramatismo del momento, en consonancia con las ideas contrarreformistas.

Además, al conjunto también se le denomina Sexta Angustia de la Virgen, en relación con los escritos místicos difundidos por San Buenaventura y Santa Brígida respecto a los Siete Dolores de la Virgen, que se corresponden con la Profecía de Simeón, la Huida a Egipto, Jesús perdido en el templo, el Encuentro de la Virgen con Jesús en la subida al Calvario, la Agonía y muerte en la cruz, el Descendimiento y el Entierro, y buscando destacar la dramática experiencia de María durante la Pasión de su hijo, haciéndola partícipe de sus dolores como Compassio Mariae, corredentora de la humanidad.

Detalle de la Sexta Angustia de la Virgen en el Museo Nacional de Escultura

La Virgen se aferra al cuerpo muerto de su hijo con la mano izquierda mientras levanta la derecha y la cabeza, una actitud que no aparece antes en esta iconografía y que busca generar un movimiento ascendente que muestre a la Virgen como corredentora, en contraposición con el descendente del cuerpo de Cristo, que marca su naturaleza humana y el valor de su posterior Resurrección, una imagen de Jesús que se convirtió en prototipo para las escenas pasionales, con un detallado y clasicista estudio anatómico que revela el rigor mortis del cuerpo a través de la caída de la cabeza y del brazo, resaltado mediante una policromía violácea que refleja un cuerpo ya desangrado, sin vida.

Detalle del rostro de Cristo

Las figuras de San Juan y la Magdalena y los dos ladrones, le sirvieron al artista para establecer contrapuntos narrativos que daban vivacidad a la representación, aunque en la actualidad sea imposible admirar el conjunto completo. La Magdalena está agitada, dando un paso, con el cuerpo arqueado, la mirada clavada en Cristo y secándose las lágrimas con una mano, la imagen viva de la desesperación. Sin embargo, San Juan se nos muestra erguido y sereno, con la mirada perdida y sujetando la corona de espinas.

La Magdalena y el Evangelista en la capilla de las Angustias

Los dos ladrones también muestran expresiones y actitudes muy distintas: Dimas se ve reflejado como redimido, con los ojos cerrados, el pelo corto y ordenado y la cabeza inclinada hacia Cristo; mientras que Gestas muestra una anatomía en tensión, con el pelo encrespado, los ojos abiertos, el ceño fruncido y sacando la lengua en un claro gesto de burla.

Detalle del rostro de Dimas, el buen ladrón

Detalle del rostro de Gestas, el mal ladrón

El crucero de la Epístola abre a la capilla de la Virgen de las Angustias, fruto de una intervención a comienzos del siglo XVIII que modificó su estructura primitiva y en la que participaron el cantero Francisco Pérez, el escultor Gregorio Díez de Mata, el pintor Manuel Petti y el dorador Santiago Montes.

Capilla de las Angustias, con el camarín de la Virgen al fondo

Es una capilla con dos ámbitos, uno de planta ochavada y cubierta con cúpula y linterna, con dos retablos con dos tallas de Cristo atado a la columna, una de ellas atribuida a Pedro de Ávila, y dos hornacinas donde se alojan las mencionadas tallas de María Magdalena y San Juan que formaban parte del Descendimiento de Gregorio Fernández, y un camarín heptagonal posterior para alojar la imagen de madera policromada de Nuestra Señora de las Angustias, una de las tallas procesionales más antiguas de Valladolid, titular de la cofradía y obra muy conocida de Juan de Juni, a su vez alojada en un tabernáculo neoclásico del arquitecto Pedro Albaro de fines del mismo siglo.

Retablo barroco con Cristo atado a la columna y talla de la Magdalena del grupo del Descendimiento

Retablo barroco con Cristo atado a la columna y talla de San Juan Evangelista del grupo del Descendimiento

Tabernáculo de la Virgen de las Angustias

Juni concibió la talla, obra ya madura en su trayectoria, fechada en 1567, como Virgen de la Soledad, aunque cambió la acepción a Virgen de las Angustias a partir de aplicarle pequeños cuchillos clavados en el pecho, cuando empezó a conocerse como Virgen de los Cuchillos, convertidos a comienzos del siglo XX en siete espadas de plata. En una restauración en 1971 se optó por retirarlos, conservados al pie de la escultura y expuestos en su camarín y en las procesiones.

María aparece rota de dolor al pie de la Cruz pero con una actitud serena que contrasta con el profundo dramatismo de las obras más tempranas de Juni, convirtiéndose en prototipo de las Vírgenes procesionales del barroco en la zona.

Nuestra Señora de las Angustias de Juan de Juni

Los siete lienzos del pintor Manuel Petti que decoran las paredes del camarín fueron realizados en 1710 y narran los Siete Dolores de la Virgen extraídos de los mencionados escritos místicos difundidos por San Buenaventura y Santa Brígida.

Lienzo de Manuel Petti en el camarín de la Virgen con 
el Llanto ante Cristo Muerto (8)

Ya en la nave, la capilla del Cristo de la Luz es la primera del lado del Evangelio. La talla del Crucificado que acoge fue realizada a comienzos del siglo XVII y se atribuye a Francisco del Rincón, una joya de la Semana Santa vallisoletana, obra de gran esbeltez y corrección anatómica, con los brazos más inclinados por el peso del cuerpo, un paño de pureza muy típico del taller de Rincón, la corona de espinas tallada entre gruesos mechones de pelo y la cabeza inclinada sobre el hombro derecho, convertida en prototipo de otros Crucificados posteriores, como los de las Descalzas Reales y la Magdalena de Valladolid o el de la Colegiata de Santillana del Mar.

Cristo de la Luz o de los Carboneros

Desde comienzos del siglo XIX también se conoce como Cristo de los Carboneros por el culto especial que le profesaban los mozos del carbón, encargados de cargarla en las procesiones penitenciales de la cofradía. En la primera mitad del siglo XX fue la imagen titular de la Cofradía de la Preciosísima Sangre.

A continuación se ubica la capilla de San José, con un retablo tardobarroco con la talla del santo titular, que fue sede de la Corporación y Cofradía del Patriarca San José, del gremio de los entalladores. Según las lápidas conservadas, también fue capilla funeraria del maestro entallador don Antonio López y su esposa, doña Isabel de Valcárcer, con fundación de una capellanía en 1689.

Retablo de la capilla de San José

La capilla de Santa Gertrudis, la primera del lado de la Epístola, muestra un retablo clasicista con la talla de la santa titular atribuida a Rincón, una elegante y serena imagen propia del clasicismo característico del autor. En la peana se dice que fue un encargo del licenciado Gaspar de Cevallos a raíz de la admisión del culto a la santa cisterciense alemana en 1606, aunque realmente no fuera canonizada hasta 1677. Este ámbito también adquirió uso funerario cuando fue adquirida por las hermanas doña Antonia de la Cruz y doña María de Figueroa en 1611.

Capilla de Santa Gertrudis

Bajo el retablo se ubica una urna con un Cristo yacente obra de taller vallisoletano, seguramente un seguidor de Gregorio Fernández. De gran devoción en la ciudad, es objeto de un besapié durante la tarde de Viernes Santo y la mañana siguiente.

Cristo yacente en la capilla de Santa Gertrudis

La capilla de la Virgen de la Encarnación, la primitiva advocación del templo, ocupa el segundo tramo de la Epístola. Cuenta con retablo barroco de Juan de Guerrero de 1682 dorado por Antonio Barreda que aloja una talla "de vestir” anónima del siglo XVII de la santa titular.

Capilla de la Encarnación

Esta imagen es muy importante para la cofradía, protagonista de la Fiesta de Gloria o de la Alegría, fundamentada en la Regla de 1569 en honor a la advocación del templo, donde se establecía que el 25 de marzo, día de la Anunciación, una procesión debía partir desde la iglesia de san Pablo a la iglesia de san Benito para regresar de nuevo a la primera. En el siglo XVII la festividad se trasladó a agosto, víspera de la Asunción, pero a fines del XVIII se suprimió la procesión hasta su recuperación en 1984. En 1995 se fijó su celebración el segundo domingo de mayo, cuando la imagen procesiona por las calles cercanas al templo.

Procesión de la Virgen de la Alegría (9)

Los pasos penitenciales de Semana Santa de la cofradía siempre fueron muy valorados; no en vano, entre sus cofrades había numeroso miembros del gremio de entalladores, como los mencionados Juni, Francisco del Rincón o Gregorio Fernández.

La Procesión de Regla de la Ilustre Cofradía Penitencial de Nuestra Señora de las Angustias, que comienza a la una de la madrugada del Viernes Santo y llega a la Catedral para realizar una estación de penitencia en el interior del templo, procesiona con los pasos del Cristo de la Luz o de los Carboneros, el Cristo Yacente expuesto en la capilla de Santa Gertrudis, la Magdalena y San Juan Evangelista del Descendimiento y Nuestra Señora de las Angustias.

Cristo de los Carboneros procesionando (10)

Cristo yacente procesionando (10)

María Magdalena y San Juan Evangelista procesionando (10)

La Virgen de las Angustias procesionando (11)

Además de en esta Procesión de Regla, la cofradía también participa con su talla de Nuestra Señora de las Angustias de Juan de Juni en la Procesión del Encuentro del Martes Santo, en la Procesión General de la Sagrada Pasión del Redentor y en la Procesión de La Soledad dentro de la Procesión General de Sábado Santo.

Otros artículos de VALLADOLID en Viajar con el Arte:

Colegio de San Gregorio de Valladolid, hoy Museo Nacional de Escultura
Santiago el Real de Medina del Campo

Referencias:

(4) GONZÁLEZ FRADES, L., Bosquejo histórico de la Ilustre Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias de Valladolid, Valladolid, 1909.
(6) BLANCO MARTÍN, F. J., “Criptas de Valladolid”. En Conocer Valladolid 2011/2012. V Curso de patrimonio cultural, 2012, pp. 29-48.

Fuentes:

AGAPITO REVILLA, J., Las cofradías, las procesiones y los pasos de Semana Santa en Valladolid, 1926.
GONZÁLEZ FRADES, L., Bosquejo histórico de la Ilustre Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias de Valladolid, Valladolid, 1909.
LEÓN, A. y PINO, C. del, “Análisis de una intervención: restauración del retablo mayor y pinturas murales de la iglesia penitencial de Nra. Sra. de las Angustias”. Restauración y Rehabilitación, nº 67, 2002. http://esr.gabarron.org/Portals/16/descargas/Articulo%20Angustias.pdf
SANGRADOR VITORES, M., Historia de la muy noble y leal ciudad de Valladolid: desde su mas remota antigüedad hasta la muerte de Fernando VII, 1854.

Comentarios

nacho san marcos ha dicho que…
Gran reportaje, como siempre Sira. Me trae buenos recuerdos, pues he pasado muchas horas dibujando en esta Iglesia cuando estudiaba Arquitectura. Siempre me ha gustado el Tabernáculo de la Virgen de las Angustias, pero la Sexta Angustia de la Virgen es excepcional, y más con tus fotografías. Añaden dimensión espiritual y artística a la escultura gracias a la visión que le has dado, al incorporar las sombras al espacio de influencia de la escultura. Sensacional...¡¡¡
Sira Gadea ha dicho que…
Muchas gracias, Nacho. Las sombras en el Museo Nacional de Escultura son muchas veces hasta más interesantes que las propias obras, creando unos magníficos juegos y añadiendo mayor dramatismo, si cabe, a las ya de por sí dramáticas tallas barrocas. Me gustaría ir un día y fotografiar sólo las sombras. Lo tengo que hacer.
Joannes Joseph Silíceus ha dicho que…
Sira, impresionante paseo por la Iglesia penitencia de las Angustias. Tengo una duda que no se si podrás solucionarme. He visto que en la Capilla de las Angustias, la imagen tiene una peana de plata situada junto a un cuerpo de escalones del mismo material, amén de diferentes candeleros y piezas de orfebrería. Se sabe quién es el platero que lo realizó? Y de la corona de ráfagas, ¿Tienes algún dato? ¡Gracias!
Sira Gadea ha dicho que…
Hola Juanjo. Bienvenido por estos lares. Muchas gracias por tu comentario. He leído que la corona es de 2009, realizada en el taller cordobés del orfebre Manuel Valera para una coronación canónica que tuvo lugar en la catedral de Valladolid y sufragada con aportaciones de devotos. Lamentablemente, del resto no sé nada, salvo que es posterior, pero no tengo datos sobre los artífices. Si averiguo algo, ya te lo diré. Un abrazo.
Boro ha dicho que…
Cada semana me doy cuenta lo poco que conozco de Valladolid a pesar de las varias veces que la he visitado.
Esta vez una iglesia con un contenido sorprendente y maravilloso. Me parece genial el relieve de Rincon del retablo mayor, con un clasicismo que me recuerda a los relieves de Martinez Montañes para San Isidoro del Campo en Santiponce más que a la posterior obra de Gregorio Fernández y sorprendentes los extraños frescos, para un iglesia española, conservados en la capilla mayor (aunque a tenor de la foto que nos pones del momento de su descubrimiento resulta extraño su estado actual). Como siempre gracias por compartir tus viajes con nosotros.
Un abrazo.
enrique ha dicho que…
Interesantes las luces y las sombras de las imágenes, casi como un trasunto de la propia realidad de la religión que las sustenta.
En todo caso, en cuestiones artísticas en general me confieso católico devoto, ya que considero que la producción artística de esta "rama" del misterio es más profunda en calidad y cantidad que otras . Opinión que muy gustosamente pongo en consideración de otras más y mejor fundadas.
La iglesia y las imágenes son muy vallisoletanas, aunque no se muy bien si la ciudad caracteriza a la iglesia y a las imágenes o si son éstas las que dan "sabor" a la ciudad entera.
Por último, la entrada es de manual de arte, pero esto ya te lo he dicho otras veces y no quiero repetirme. A falta de mejor inspiración por mi parte, dicho queda.
Sira Gadea ha dicho que…
Muchas gracias a ti, Boro, siempre ahí aportando tus interesantes puntos de vista. De las pinturas parece ser que se hizo una restauración reponiendo los "picados" con pigmentos igualando lo que quedaba en vez de dejarlos vistos, con un resultado mucho más vistoso y, yo creo, más acorde a una iglesia con una feligresía muy devota y que no creo que hubiera aceptado otro tipo de restauración no intervencionista. Un abrazo.
Sira Gadea ha dicho que…
Es cierto que la iglesia es una de las más queridas por los vallisoletanos y su cofradía es una de las más importantes. La cuidan con esmero y la mantienen en un estado envidiable. Muchas gracias por tus elogios. Terminaré editando un manual y te lo dedicaré, por tu fidelidad y apoyo. Un abrazo, Enrique.

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