El Museu Nacional do Azulejo, en Lisboa

Lisboa es una ciudad que me enamora, de la que nunca me cansaría, con ese aire melancólico, localista y cosmopolita al tiempo, de cara al Tajo y al Atlántico, llena de encantos ocultos, plagada de arte, con una luz indescriptible.

Lejos del bullicioso centro y de los lugares más visitados en torno a la Torre de Belém o los Jerónimos, en Xabregas, la zona oriental de la ciudad, se encuentra  el antiguo Convento da Madre de Deus de la Orden de Santa Clara de franciscanas descalzas, sede del Museu Nacional do Azulejo, que alberga una colección única, expresión artística diferenciada portuguesa.

Entrada al museo


Fachada del edificio

El convento fue fundado en 1509 por la reina doña Leonor (1458-1525), esposa de João II y hermana de Manuel I, época de la que el edificio conserva el piso del claustro manuelino y la capilla de doña Leonor o sala árabe, época de la que el edificio conserva el piso del claustro manuelino y la capilla de doña Leonor o sala árabe.

Claustro manuelino (1)

Hacia 1550 João III inició una nueva fase constructiva encargada al arquitecto Diogo de Torralva, que erigió una nueva iglesia de grandes dimensiones y un nuevo coro y adaptó la antigua iglesia como sala capitular.

La nueva edificación muestra influencias serlianas, con una única nave rectangular y presbiterio con cúpula sobre tambor.

Nave de la iglesia, con separación del ábside a modo de arco de triunfo serliano. La decoración es posterior

Cúpula del ábside

Antigua iglesia del convento adaptada como sala capitular y después como coro bajo. La decoración es del siglo XVIII

Torralva también levantó un nuevo claustro de influencias ya clásicas, tanto por la escala como por el lenguaje arquitectónico empleado.

Planta baja del convento (2)

Claustro grande

Entre 1670 y 1690 el rey Pedro II ordenó una redecoración casi total del convento, iniciándose una campaña que consistió en la ubicación de veinte pinturas en lienzo en el techo de la iglesia con escenas de la Vida de la Virgen del pintor Marcos da Cruz, cuadros en las paredes laterales con las Vidas de San Francisco y Santa Clara de Bento Coelho da Silveira, la pintura sobre el arco de triunfo con la Coronación de la Virgen, atribuida a André Gonçalves, y los paneles de azulejos encargados al holandés Willem van der Kloet, además de los marcos de las pinturas y los altares tallados y dorados.

Cubierta de la iglesia y Coronación de la Virgen sobre el Arco de Triunfo de acceso al ábside, atribuida a André Gonçalves

Panel de azulejería de la iglesia, obra de Willem van der Kloet

Vista de la nave de la iglesia desde el presbiterio

Panel explicativo de las pinturas de la iglesia

A mediados del siglo XVIII, en el reinado de João V, gracias a las riquezas que venían de Brasil, se inició otra campaña, en su mayoría financiada por comitentes particulares, en la que se reformó la sacristía, el coro alto, con paredes y techo con escenas de la Vida de Jesucristo y de la Virgen, y el antecoro o capilla de San Antonio, decorada con pinturas que relatan la Vida del santo, algunas atribuidas a André Gonçalves, todo ello revestido de talla dorada, azulejos, mármoles polícromos y maderas exóticas, en un convento que se conformaría como uno de los más exuberantes espacios del barroco portugués.


“a igreja he hum céu aberto; não só pela espiritual consolação que recebem as suas almas todos os que nella entrão, mas ainda nos ornatos, aceyo e riqueza della, que está toda cozida em ouro; e ornada de ricas e excelentes pinturas”. Fray Agostinho de Santa Maria deu. 1707.



Coro alto

Vitrinas con reliquias sobre la sillería del coro alto

Detalle de la labor de intarsia de maderas exóticas

Decoración de azulejos y pinturas la capilla de San Antonio o antecoroVista de la iglesia desde el coro alto

El terremoto de 1755 hizo múltiples destrozos en el edificio, afectando profundamente al coro y el altar y desprendiéndose las pinturas de los techos. El rey José I asumió todos los gastos de restauración, campaña a la que pertenece la implantación del púlpito dorado de la iglesia y el rediseño del altar mayor de la mano de Félix Adauto Da Cunha.

Aspecto de la iglesia desde el coro alto 

Púlpito

Con la extinción de las órdenes religiosas en 1834, el edificio quedó abandonado. A partir de 1896, según proyecto de José Maria Nopumuceno, se iniciaron obras para adaptarlo a su utilización como Asilo de doña María Pía y también se quiso conformar un pequeño núcleo museológico, almacenándose multitud de paneles de azulejos que iban a utilizarse para la decoración de espacios pero que terminaron quedando arrinconados. Las obras fueron continuadas por Francisco Liberato Telles, que restauró la fachada con estilo neomanuelino y aplicó azulejos y paneles historiados provenientes de otros conventos y palacios de Lisboa en el claustro.

Portada neomanuelina de la iglesia

En 1916 la iglesia y algunas dependencias del convento se colocaron bajo la dirección del Museu Nacional de Arte Antiga para albergar sus colecciones de arte barroco portugués.

Con las celebraciones del 5º Centenario del nacimiento de la Reina Leonor, la Fundação Calouste Gulbenkian financió la restauración del claustro y la iglesia para que el convento fuera sede de una gran exposición conmemorativa según proyecto museográfico del arquitecto Francisco Conceiçao e Silva, y cuando el 7 de enero de 1958 ésta fue clausurada, comenzó una campaña de conservación y restauración del resto de ámbitos conventuales dirigida por João Miguel dos Santos Simões con la idea de convertirlo en espacio museográfico.

En 1971 ya abrió al público como una sección del Museu Nacional de Arte Antiga y el 26 de septiembre de 1980 dejó de depender de su matriz para convertirse en Museu Nacional do Azulejo, creciendo en años sucesivos hasta llegar a su configuración actual.

El museo alberga una antología de la historia del azulejo desde sus orígenes durante la época árabe hasta la actualidad, con piezas españolas, holandesas, inglesas, alemanas, belgas y, sobre todo, portuguesas, abarcando los estilos árabe, oriental, rococó, barroco, renacentista, modernista, pombalino, neoclásico, romántico, ecléctico, industrial y moderno.

En la primera sala de la Planta I se explica la técnica de elaboración del azulejo y las siguientes cinco muestran una antología desde el siglo XV hasta comienzos del XVII, con una fuerte influencia oriental.

Además, también están, integradas en el recorrido museístico, la capilla de Doña Leonor (A), el coro bajo (B), la iglesia de la Madre de Deus (C), el claustro pequeño (D) y el claustro grande (E).


Planta I (3)

Vitrina explicativa de la técnica del azulejo

Azulejería arcaica

Retábulo de Nossa Senhora da Vida, una de las piezas más llamativas del museo
Azulejería manierista

En la Planta II se distribuyen los azulejos de los siglos XVII al XX, y están integrados en el recorrido, la capilla de San Antonio (F) y el coro alto (G).

Planta II (3)

Recreación de la sala de un palacio de la nobleza portuguesa en el último cuarto del siglo XVII, con un conjunto de paneles con escenas de caza

Panel de una escalera procedentes de São Bento

Detalle de uno de los grandes ciclos del siglo XVIII

Figura de terracota de la Inmaculada Concepción

Sala de azulejería neoclásica

Una de las salas de cerámica contemporánea

Crujía alta del claustro grande con piezas de cerámica contemporánea

Otro aspecto del ámbito dedicado a la cerámica contemporánea

En la Planta III hay una única sala que alberga un gran panel de 115 x 2247 cm con una vista de Lisboa fechado en 1700 proveniente del antiguo palacio de los condes de Tentúgal de Lisboa, que además de su indudable calidad artística, es una magnífica fuente histórica de la ciudad antes del terremoto de 1755.

Planta III (3)

Panel con vista panorámica de Lisboa en 1700

Detalle de la Torre de Belém

Torre junto al Tajo del Palacio de Ribeira en la Plaça do Comércio, mandada construir por Felipe I de Portugal (Felipe II de España) con diseño del arquitecto manierista italiano Filippo Terzi, y que albergaba la famosa Biblioteca Real. Quedó completamente destruida en el terremoto de 1755

Vista de la Plaza de Ribeira y del Palacio a principios del siglo XVIII, apreciándose claramente la gran torre manierista junto al río (4)

El museo también tiene una biblioteca especializada en azulejería y cerámica.

Otros MUSEOS en viajar con el arte:

Museu Calouste Gulbenkian de Lisboa

Comentarios

Entradas populares